lunes, 28 de noviembre de 2011

TERROR SAMSUNG

Hemos invitado a La abuela Bloguera a que nos escriba algo para el blog. Aquí lo tenéis:


Bueno, a ver como os explico esto, hoy no os penséis que vamos a ninguna parte, hoy es un tema de quedarse a medio camino, ya veréis que bien.


Es cuando ves una película en una tele y hay un fundido a negro y apareces tú reflejado en la pantalla. Siempre me ha llamado la atención ese pequeño Brecht que nadie ha querido. Una buena broma porque los fundidos a negro suelen servir para dar solemnidad al cierre de momentos trascendentes, y joder, ahí estoy yo, tumbado en el sofá en pijama, jodiéndola.


Me pasó el otro día viendo “La Mosca”, no era exactamente un fundido a negro, era un momento en el que el plano era bastante oscuro, un primer plano del protagonista convirtiéndose en mosca, y, bueno, ya veis por dónde voy, ahí estaba yo, el tercero en discordia, fundiéndome con la mosca yo también, con un gesto en realidad de bastante indiferencia. La película me gusta, pero bueno, en la pantalla parecía que me daba bastante igual todo aquello, aquel ménage à trois corpo-conceptual me dejaba bastante indiferente, se me veía incluso echándole un vistazo al móvil entre la carne podrida y el drama.  



jueves, 24 de noviembre de 2011

¡NO ME TOQUES A INDY JONES!


Jordi Costa
Lo más doloroso de ver “Las aventuras de Tintín”, que me gustó bastante, fue ir encontrándome, a la salida, con amigos y compañeros de trabajo que aprovechaban su entusiasmo para volver a denostar “Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal” (2008).

No era por llevar la contraria, pero, de repente, me vi defendiendo con uñas y dientes “Indiana IV”, que, frente al “Tintín”, era, a mi entender… ¡la buena! Una película sobre el crepúsculo del héroe que encontraba su verdadero sentido al recortar la silueta del aventurero del látigo sobre a) un hongo atómico y b) un ovni: dos postales de la desubicación en unos años 50 que extendían el acta de defunción sobre la heroicidad romántica.

Cuando la villana encarnada por Cate Blanchett aplastaba a una hormiga carnívora entre sus rodillas, la película ya me había ganado para siempre.
























































Esa imagen era para mí pura poesía, la culminación de una arrebatadora lógica del delirio… un delirio analógico.

“Las aventuras de Tintín” parece la obra maestra del cine de aventuras que rodaría una máquina, un súper-ordenador capaz de lograr movimientos de cámara imposibles y desafiar toda ley de la física, pero quizá incapaz de comprender esa lógica del delirio, ese delirio analógico. Porque, ¿cómo le hubiese podido contar Spielberg lo de la hormiga a, por ejemplo, Hal 9000?


Esta semana nos ha titulado: Jaume Figueras



viernes, 18 de noviembre de 2011

MONDO LÁTEX

Jonathan Millán
Esta semana hablamos de Gadafi, M, el vampiro de Düsseldorf y The Thing:















Yo me quedé con las ganas de poner esto, así que lo dejo aquí:






































Venga déu.
Esta semana nos ha titulado: Carlos Vermu

miércoles, 9 de noviembre de 2011

BREVE HISTORIA DE LA CANCIÓN ITALIANA

Jordi Costa
Ha querido el azar que la última columna de los Buzos apareciese en el mismo ejemplar de La Vanguardia que anunciaba, en sus titulares, la caída de Berlusconi. Y es que la propuesta de esta semana, una crítica conjunta (y marciana) de las novelas “Todos tienen razón” de Paolo Sorrentino y “Que empiece la fiesta” de Niccolò Ammaniti (ambas editadas por Anagrama), era nuestra particular manera de hablar del Berlusconismo, anti-utopía mediática que la columna propone contemplar desde la mirada de dos solistas imaginarios de una canción italiana obligada a vivir su fase terminal.
Este vídeo –una escena sacada del extraordinario documental “Videocracy” (2009)- aporta una precisa mirada a la estructura profunda del Berlusconismo:



Este tipo que no puede contener su felicidad al mostrar el elocuente material que lleva en el móvil es Lele Mora, uno de los pilares de la gestión berlusconiana de las relaciones públicas. El Buzo Costa cree que Tonino Paziente, uno de los personajes de la novela de Sorrentino, es, claramente, un retrato satírico feroz de Lele Mora, del mismo modo que el protagonista de la novela, el cantante Tony Pagoda, es la transubstanciación literaria de Tony Pisapia, protagonista de “L’umo in più” (2001), primera película dirigida por Sorrentino: un cantante cocainómano que cantaba a la noche con este estilazo:



Pagoda y Larita, una ex cantante de death metal reconvertida al cristianismo que forma parte del elenco coral de “Que empiece la fiesta”, la novela de Ammaniti, quizás sean buenas voces funerarias para el Berlusconismo –mutación de la Dolce Vita en un fascismo de cirugía plástica y telebasura-, pero ahora que Silvio ha sido traicionado por 8 de sus hombres, lo que procede, para subir el ánimo, es cantar esto:




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Aquí la columna de esta semana:



























Esta semana nos ha titulado: Joe Crepúsculo






miércoles, 2 de noviembre de 2011

EL SECRETO DE NICOLE

Jonathan Millán
Hace un par de semanas David Bestué (un amigo artista) me habló de una exposición llamada Cosmos Scorpia (el nombre como de discoteca chunga ya mola) de un escultor alicantino llamado Viktor Ferrando que me dejó roto.

Viktor tenía la teoría de que la Tierra corría peligro de ser invadida por extraterrestres. Según el escultor la única forma de luchar contra los invasores, lo único que era capaz de destruirlos, era la Belleza. 

Para Viktor Ferrando, Nicole Kidman encarna la Belleza, así que su estratégia fue hacer esculturas sobre la actriz.





































Cuando David me contó esto imaginé una sala llena de esculturas hiperrealistas de Nicole Kidman. Una sala armada para luchar contra el Mal. Y la verdad es que esta idea ya me pareció una buena fiesta conceptual. Pero Viktor no se había conformado con eso, había ido más allá. Había tomado las medidas del cuerpo de la actriz (la distancia del hombro al codo, el ancho de la muñeca, el grosor del cuello, etc) y ciñéndose a esas medidas áureas había construido sus esculturas.

La sorpresa final fue cuando visité la web del artista y ví las esculturas en cuestión: Una especie de mamotretos aberrantes y oxidados, llenos de cuchillos, cadenas y pinchos más parecidas a una máquina salida de Mad Max o Hellraiser que a cualquier otra cosa.

Fue entonces cuando supe que Viktor era un genio.















Ahora sólo nos queda esperar:


Cada semana un invitado especial nos titula el artículo. 
Esta semana: David Bestué










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Aquí la columna tal como salió esta semana: