jueves, 2 de febrero de 2012

TROFEOS DE AMANTES QUE HAN PARTIDO

Jordi Costa
Tuve un profesor de Ciencias Naturales que nos decía que teníamos que dar gracias a Dios por habernos dado a los seres humanos una visión limitada. Si viéramos todo lo que hay en el aire que respiramos, decía, se nos encanecerían los cabellos del horror.
Por aquel entonces fue cuando vi “El hombre con rayos X en los ojos”, en la que Ray Milland se acababa arrancando los ojos, atormentado por su capacidad de ver el tejido mismo de la realidad.
Me he acordado de todo esto leyendo “El rey pálido”, la novela póstuma e inacabada de Foster Wallace. Cabe la posibilidad de que el escritor decidiese irse de este mundo porque ya no podía soportar más su extrema lucidez, su visión con un grado de detalle casi sobrehumano.


 La novela aborda el momento en que la Agencia Tributaria estadounidense dejó de ser una institución moral, instrumento al servicio del compromiso cívico de los ciudadanos, para transformarse en algo parecido a una voraz entidad corporativa obsesionada con su cuenta de resultados. El proceso estuvo a la vista de todos, pero nadie se dio cuenta, porque el lenguaje empleado por la Agencia se parapetaba tras una muralla de aburrimiento: “El tedio abstruso es un escudo mucho más eficaz que el secretismo”.
Es una historia habitada por superhéroes tristes: inspectores de Hacienda con portentosas capacidades de concentración, médiums de datos, levitadores sutiles… Foster Wallace quizá fue demasiado humano para poder cumplir su misión.
Esta semana nos titula: Patricio Pron


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