jueves, 26 de abril de 2012

POTRO POR TERNERA

Jordi Costa
La primera vez que vi “Fantasía” de Disney, mi madre me cubrió la mirada con un pañuelo blanco cuando llegó la parte de “Una noche en el Monte Pelado”.  En ese momento, aún no era capaz de entender que era un precioso gesto que resumía la idea de amor materno: proteger a sus cachorros del Horror del mundo. En ese momento, mi madre tampoco sabía que, con ese acto protector, me estaba preparando para entender a Norman McLaren.
 
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Jonathan Millán
A mí nadie me protegió. Vi "El baile de los vampiros" en casa de mi abuela cuando tenia 8 años. Era demasiado pequeño para verla y la escena final me marcó profundamente:

Este final marcó mi forma de ver el mundo durante muchos años: no te fíes de nadie. Todos te traicionarán. Estás sólo.
Creo que lo que más me afectó, a parte del hecho de que en ese momento identificaba a los personajes no vampiros (extremadamente ingenuos e inocentes) con la niñez y a los vampiros (extraños y perversos) con el mundo de los adultos,  fue la imagen del profesor de espaldas.
Esa imagen, que aún hoy me genera mucha angustia, es la encarnación más clara que he visto nunca de LA OTREDAD: todo lo que no seas tú es el otro, lo extraño. Incluso el amigo es un ser ajeno a tu dolor. 
Me parecía que el profesor, más que darle (literalmente) la espalda, era una criatura sin rostro. 


Esta semana nos titula: Marc Vives









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